martes, 4 de agosto de 2009

CUESTIÓN DE AZAR

El humo cargaba el ambiente de aquella insalubre habitación y, el whisky daba los últimos coletazos de su presencia en los vasos de boca ancha ante la última jugada que estaba a punto de repartirse.

Las cartas repartieron su suerte. Las miradas de los jugadores allí reunidos se cruzaron entre sí. La tensión se mascaba en el ambiente. La desconfianza y los ceños fruncidos eran el santo y seña de aquella última mano. El sudor comenzaba a brillar por las calvas y las sienes plateadas de los que allí jugaban.
Fue entonces cuando se comenzaron a escuchar las primeras voces que abrían juego. Los más valientes dieron pistas de las intenciones que tenían, no se sabe si con la intención de de asustar al contrario o por las buenas manos que portaban. Nadie se retiró, había mucho en juego. Pidieron los descartes y fue cuando arriesgaron a sabiendas de que quien ganara decidiría sobre el futuro incierto del resto de perdedores.


Siete jugadores, un croupier y un solo ganador.

Blas, se alzó con la victoria. Un triste full al que nadie se atrevió a hacer frente se llevó el gato al agua. Un triste full fue quien puso el revolver sobre la mesa circular para que girara sobre su tambor y apuntara a uno de los perdedores. Un triste full iba a ser quien volviera a provocar el último juego de azar, la ruleta rusa. Un triste full hizo que Ángel fuera el elegido para que empuñara el revólver y para que dispara sobre la tapa de sus sesos.

Ángel cogió el revolver. Abrió el tambor, colocó la bala en la recámara, giró el tambor con los ojos cerrados, apuntó sobre su sien derecha y disparó.

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