jueves, 3 de septiembre de 2009

Ámbar

Podría decirse del ámbar que es una sustancia dura, liviana y quebradiza capaz de engullir en sus entrañas a cualquier insecto que intente infestar a modo de plaga el interior del presente o del pasado.

Pero Ámbar es la pelirroja rolliza, de ojos color esmeralda y labios carnosos que ahoga sus miserias bebiendo whisky como una cosaca, embutida en una minifalda y una camiseta de lycra verde que incorpora pedrería de plástico dibujando el logo de Chanel bien centrado en sus 110 cms de pecho trabajado a golpe de silicona y bisturí.
Se encuentra allí, en su Club de toda la vida, apoyando sus cuartos traseros sobre la butaca forrada con piel de vaca y prestando sus servicios completos por unos miserables 25 euros, toallitas incluidas. Tiempos de crisis diría otro.
Sus dedos, amarillentos por la nicotina que han dejado a lo largo de los años de oficio, sujetan un Winston que se va consumiendo con el paso de los eternos segundos.
Cuando entran los clientes, Ámbar se transforma en una mantis religiosa dispuesta a devorar al macho que logre alcanzar la cópula con ella. No suele tener suerte en los cortejos, pero los que aceptan el reto del morbo caen rendidos a sus botas de afilado tacón.
El vaivén de sus caderas muestra el camino a los infiernos, a las experiencias súbitas que proporcionan los 35 años de experiencia que lleva ejercitando sus ingles a golpe de cartera.

Pero Ámbar es una mujer dura, liviana y quebradiza capaz de engullir en sus entrañas a cualquier insecto que intente infestar su interior en presente o en el futuro.

1 comentario:

cal_2 dijo...

me alegra que hayas vuelto. Un saludo