miércoles, 23 de septiembre de 2009

EL ABRAZO NEGRO

En el momento que se sentó tras de mí tuve la rara sensación de que algo estaba a punto de cambiar mi vida.
Durante mucho tiempo la estuve cortejando con mis mejores galas, con perfumes bien vaporizados sobre mi piel, con la mejor de mis sonrisas profident y mi ropa de los domingos...en fin, con todas aquellas armas que tenía a mi lado para poder conquistar a la estupenda mujer de labios carnosos, voluptuosos pechos e infinitas piernas, pero nunca se había fijado en mí, o por lo menos eso creía yo. La primera palabra que me dirigió hizo que me estremeciera y que buscara refugio en la más tímida de las sonrisas acompañada del sonrojo de mis carrillos. Una vez logré arrancar la primera de las palabras, mis entrañas se calmaron y comenzamos a charlar como dos antiguos amigos que llevaban años sin verse. Teníamos más puntos en común de lo que ninguno de los dos creíamos. Llegaba el momento de despedirse y, como último intento porque permaneciera a mi lado, lancé un órdago. “¿Una copa en mi casa?”. Ella, accedió y cuando entramos en casa, me abrazó por detrás envolviéndome con sus manos de seda. Me fue desnudando lentamente. Me cubrió los ojos con un pañuelo de seda y, con un suave pinchazo, logró inyectarme la dosis exacta para perder la conciencia. Mis oídos discriminaban sonidos de metal afilado pero mi cerebro era incapaz de enviar órdenes para que mi cuerpo reaccionara.

El País. Sucesos. “Otro joven más aparece descuartizado dentro una maleta. Suman ya 23”.

1 comentario:

cal_2 dijo...

es un placer volver a la rutina y encontrar un hermoso relato tuyo esperando. un abrazo