miércoles, 29 de diciembre de 2010

DON VICENTE

No paraba de rumiar chicle. Su mandíbula era la viva imagen de la quijada de una vaca que pace en esos verdes prados cántabros. Don Vicente marcaba la diferencia con aquella especie del reino animal haciendo enormes pompas que iba explotando a modo de pedorretas.
Siempre le recordaremos dando largos paseos por el pasillo del colegio, con las manos entrelazadas a su espalda, con la mirada inquisidora para quienes estábamos a deshoras o marcaban su última carrera antes de entrar en la clase. Don Vicente era el maestro que ayudaba a aquellos que más lo necesitaban y que habían sido desechados de los distintos grupos por no llegar al mínimo requerido.
Nadie quiso darle un grupo para que le tutorizara. Decían que ya estaba pasado de rosca, que no sabía si iba o venía y, la verdad sea dicha, algo “pa’llá” sí que estaba. Pero era buena persona.

Desde que pasé por sus manos reconozco que mi vida cambió. Me enseñó a ver que los quebrados no eran quebradores de cabezas, que las frases eran más simples que complejas y que las ciencias eran las explicaciones de lo que en apariencia era inexplicable.
Sencillez ante lo complejo, ese podía ser el resumen de su vida.

Los años me ayudaron a entender que cualquiera que hubiera padecido lo que D. Vicente, hubiera caído sumido en la más oscura de las tinieblas y habría terminado pasado de rosca, o a lo peor, colgado de la misma manera que el Iscariote. Efemérides del 15 de junio del 63. Ahí estaba la respuesta

1 comentario:

cal_2 dijo...

feliz año nuevo y gracias por volver a la actividad. Un abrazo