martes, 7 de abril de 2020

LA SOLEDAD DEL ÚLTIMO ADIÓS


          
            De nuevo aquí sentado, con poco que decir y mucho que sentir. Hemos llegado a la última estación de este inesperado viaje. Separamos nuestros caminos. Toda una vida al pie del cañón, dándolo todo por los demás y relegando a un segundo plano las necesidades propias.

            Un estado de alerta, de esos que solo parecen títulos de película, ha entrado en nuestra vida sin preguntar, como un elefante en una cacharrería, repartiendo angustia a diestro y siniestro y sin pedir permiso a nadie.

            Contigo pasó lo mismo que con tantos miles, fuiste a ver a tu equipo del alma, como fiel seguidor, con tu bufanda rodeando el cuello y aquellos pines añejos que atravesaban la camiseta comprada ya hacía unas cuantas temporadas. Llevabas con orgullo aquel sentimiento inexplicable que solo provocaba tu equipo. Allí, en aquella ciudad infestada por un virus importado, de quién sabe qué, se mascaba la tragedia o la victoria del pase a semis.
           
            Tu cara a la vuelta lo decía todo, eras pura emoción. Tenías tu propio “cuarteto titular” a modo de eje medular, endorfinas, serotoninas, dopaminas y oxitocinas, un equipo perfecto para animar a cualquiera que estuviera a tu lado. Ese eras tú. Dispuesto a dar todo y a recibir nada. Una nada que te acompañará en tu último adiós pero que no estará sola, sino acompañada por alientos de victoria y ganas de vivir.

No hay comentarios: