martes, 30 de diciembre de 2008

AL OTRO LADO

Son las 23.00 hrs y, como todas las noches, ahí estoy conectado a la red esperando que mi confidente haga acto de presencia. Y lo hace con puntualidad británica.

Nos conocimos sin buscarnos, fruto de la casualidad que une dos destinos. La magnitud de la red encierra millones de misterios y de historias que dan comienzo con finales de película.
Este fue uno de esos finales. El chat es lo que tiene, comienzas a flirtear, a contar mentiras banales que hacen que la personalidad de cada uno vaya creciendo y pasas de ser un simple comercial de un ‘Casi todo a 100’ a una importante persona de negocios que necesita una relación virtual para suplir la carencia afectiva de quien un día le dijo el ‘sí quiero’ frente al altar.

Pero ahí estaba ella, con una retórica implacable que me enganchó desde aquel primer ‘hola’. No lo sé, quizá el canal del chat en el que me encontraba, quizá el momento personal que estaba atravesando o Dios sabe qué, quedé atrapado en su tela de araña cual insecto volador escuchando la melodía que tejían sus palabras.
De las mentiras pasamos a las verdades, a la sinceridad más absoluta y a las fantasías más íntimas que no nos atreveríamos a contar en el tête à tête.

La fecha para nuestra primera kdd estaba decidida. Nos habíamos visto tantas veces por la cam que no haría falta llevar distintivo alguno y, cuando llegó el momento, allí estuvo. Con una cola de caballo, un escote generoso, unas caderas bamboleándose al ritmo de los tacones de vértigo y... su marido.

Hoy por hoy vivimos los tres juntos y, a veces, revueltos.

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