miércoles, 22 de abril de 2020

MONTERA ABAJO


Poco a poco fue adquiriendo forma. El perfil cervantino dibujado a golpe de pluma era el calco real de su perfil hidalgo en pleno siglo XXI.
De porte alto, perfil aguileño y estructura enclenque caminaba envuelto por ropajes a medio camino entre la moda de la transición y la movida madrileña.

Con un 48 de pie embutido en unos zapatos de pico, de color burdeos y rozados hasta la saciedad, caminaba todo chulapo Montera abajo. A grito de guapo saludaba con su sombrero fedora a las chicas del mal vivir que se agolpaban a cada saliente. Se movía con su Rocinante, un mil leches vivo como él solo que no permitía que ninguna de aquellas lagartas le intentaran echar el guante para hacer lo que ellas llamaban limpieza de bajos. Unos agudos ladridos las ahuyentaban, pues bien sabían, que por mucho limpiar los bajos no había nada que rascar.

Llegado a la Puerta del Sol, el hidalgo se quitó el sombrero, miró al reloj de la torre y, sacando la corona, se dispuso a colocar las manecillas en hora. Así día tras día, a sabiendas de que por mucho que lo intentara aquel Longines ya dio todo lo que tuvo que dar.

Hoy, como 35 años atrás, la Pensión Loles sigue reservándole una habitación de 15 metros cuadrados que, sin saber, se paga mensualmente de forma puntual a pensión completa.


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